jueves, 29 de marzo de 2012

El Papa para estos tiempos







El Papa Benedicto XVI ha regresado a Roma después de seis días de un viaje que lo llevó a México y a Cuba, pero sus palabras tendrán eco duradero en América Latina.


El Sumo Pontífice ha vuelto a demostrar que no sólo es el líder de la Iglesia Católica, sino el Papa para estos tiempos. Un Papa para el mundo.

De ahí que resulte insuficiente, y pobre, que algunos persistan en encasillar esta visita del Pontífice como un hecho político que sólo les sirve a Felipe Calderón y a Raúl Castro.

Todo lo contrario. Benedicto XVI, sin proponérselo, dejó al descubierto que la guerra contra los narcos que libra México no se resuelve sólo por la vía militar, sino que demanda recuperar los valores desde la familia y la educación.

Más aún, y eso sí que podría resultar un hecho político dado que lo dijo en Cuba, que el marxismo ya no se corresponde con la realidad del mundo, y que las restricciones económicas impuestas desde afuera agravan la falta de libertad de las personas.

Una crítica directa y clara al régimen cubano y al embargo de los Estados Unidos, pero también un llamado a la comunidad internacional en conjunto. "Hay que abolir posiciones inamovibles y los puntos de vista unilaterales que tienden a hacer más arduo el entendimiento e ineficaz el esfuerzo de colaboración", dijo el Papa en su despedida desde La Habana.

Quienes advertían que la presencia de Benedicto XVI en Cuba era legitimar la dictadura castrista son los mismos que aplaudieron en directo y desde el exilio las palabras del Sumo Pontífice: "Cuba y el mundo necesitan cambios", que es la ratificación en valor presente de aquella frase que pronunció el Papa Juan Pablo II, hace 14 años, en La Habana: "Que Cuba se abra al mundo y el mundo se abra a Cuba".

Sólo que esta vez, Benedicto XVI usó su formación académica y religiosa para mostrar el camino. "Los cambios llegarán si cada uno está en condiciones de preguntarse por la verdad y se decide a tomar el camino del amor, sembrando reconciliación y fraternidad".

La oposición en Cuba, que buscó fallidamente un acercamiento con el Papa, terminó consiguiendo el objetivo de mostrar la otra realidad de la isla. Para impedir su cercanía con el Pontífice, los organismos de seguridad estatales detuvieron a decenas de manifestantes y no dudaron en usar la fuerza para controlar a los disidentes.

El Papa lo supo.

Cada uno hará sus propios balances, pero si algo consiguió este viaje de su Santidad es haber demostrado que no es cierto que la Iglesia Católica esté en franco declive ni pasando su peor momento.

Las multitudinarias concentraciones en Guanajuato (México) y Santiago y La Habana (Cuba) son un buen augurio para conseguir el objetivo central de su acercamiento con América Latina: reanudar el proceso de evangelización y multiplicar los seguidores de Cristo, como en el pasaje bíblico de los panes y los peces.

El Peregrino de la Caridad, como fue bautizado por los cubanos, está de nuevo en Roma, pero los frutos de su viaje se darán, más temprano que tarde. El mundo tiene un Papa.

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