A continuación el texto dado a conocer la tarde de ayer por el Arzobispado de Santiago y la Pastoral Penitenciaria del Centro de Corrección y Rehabilitación Rafey:
“En atención al llamado realizado por nuestro Señor Jesucristo de atender a los que sufren; y dentro de este grupo en forma especial a los que están encarcelados (Cf Mt 25, 34b. 36b), la Iglesia asume y continúa esta gran obra de amor hacia estos hermanos. La Pastoral Penitenciaria es la acción de la Iglesia a favor de los reclusos (Cfr. I Concilio Plenario Dominicano 1329).
“El trabajo espiritual llevado a cabo en medio de estos hombres y mujeres internos en estos centros penitenciarios ha logrado formar en los mismos una viviente comunidad cristiana de hermanos, unidos en torno al mensaje de amor de nuestro Señor Jesucristo.
“Este trabajo lo seguiremos haciendo, porque de esta forma hacemos realidad lo que nos pide el Señor, y lo hacemos con entusiasmo porque los internos/as son los más necesitados de nuestro apoyo.
“Lamentamos que en esta misión hay acciones que haciéndolas de buena voluntad pueden enviar un mensaje contrario al objetivo que perseguimos, como fue el caso de la boda celebrada en la Catedral Santiago Apóstol entre el interno Miguel Vladimir Morán y la señora Yáscara Vargas.
“Todo hombre y mujer tienen derecho de contraer matrimonio de forma sacramental si han mostrado, como los internos de Rafey, el debido arrepentimiento de una conducta anterior y se comprometen a vivir según las enseñanzas del Evangelio.
“Pero en el caso de la boda mencionada debimos, como Pastoral Penitenciaria, haber sido más prudentes tomando en cuenta las razones por las cuales Miguel Vladimir Morán está privado de su libertad y haber informado al Arzobispo de la condición de este interno. También nos servirá de aprendizaje para no repetirlo en el futuro”.
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