1Que es ser un estadista?

Por: Adolfo Suárez San Pedro de Macoris,-A propósito del desorden institucional en el que navega la Republica Dominicana, y la manada de chacales, buitres y otras alimañas carroñeras, que poniendo su vista en ocupar una curul en las cámaras legislativas, lo que por cierto no es una costumbre nueva, debido a que desde hace muchas décadas han incursionado en la política vernácula personas, que sin carecer de méritos morales en contadas ocasiones, carecen si, en el buen sentido de la expresión de “calidad cognitiva” para desempeñar siquiera con mediano éxito, la posición legislativa alcanzada. De acuerdo al Dr. Sergio Rey Mendoza, licenciado en Psicología y Master en Ciencias políticas de la Universidad de Chile un estadista es: (citamos textualmente) “Un verdadero estadista se diferencia sobremanera de un político común. Es capaz de conducir a su pueblo y, desde luego, trasciende las fronteras de su país. Posee una mirada excepcionalmente lúcida a largo plazo y le otorga a la época que vive su propio sello. Un genuino estadista, sin duda, difícilmente cuente con el beneplácito de mediocres, timoratos y oportunistas: el pan de cada día en la cotidianidad política. Un estadista indefectiblemente pasa a la historia. Sin embargo, aquello no le asegura loores ni aplausos en su tiempo; y quizás tampoco obtenga una aceptación óptima en las encuestas. Los estadistas son sumamente escasos en el devenir histórico universal, pudiendo -inclusive- hasta contárseles con los dedos de una mano. Uno de ellos fue el general, estratega y político ateniense Pericles, quien vivió entre los años 495 y 429 a.C. Gobernó Atenas durante cuatro décadas, dándole su nombre a todo un siglo: el siglo de Pericles. Como militar creía en la planificación y la acción. En cuanto a hombre público -educado por filósofos-, valoró el pensamiento y tuvo confianza en la capacidad del pueblo ateniense para dirigir todo tipo de asuntos de Estado.” Y es que un genuino estadista “tiene confianza en la capacidad del pueblo para dirigir todo tipo de asuntos de estado”. Aquí vemos amigos míos (y no tan amigos), que por la praxis ninguno de nuestros gobernantes y políticos del pasado reciente y del presente actual posee esa confianza en el pueblo de la Republica Dominicana, para delegar en él, la autoridad que le corresponde a la hora de decidir lo mejor para este sufrido pueblo. Al desconocer todos, sin excepción, las esencias y valores del Republicanismo Democrático, manifiestan conductas más compatibles con las caducas monarquías, creyéndose y haciéndoles creer a los infelices e ignorantes seguidores que son seres superiores destinados a gobernarlos por la voluntad de los dioses. Algunos se hasta se han definido como “predestinados”, otros se comportan como príncipes y los más como vulgares salteadores de camino, acechando todo el tiempo el botín del estado. Ellos (nuestros políticos y gobernantes), conscientes de su incapacidad, se han puesto de acuerdo para impedir que lo más sano de nuestra sociedad acceda al poder; por tal razón han creado unas políticas publicas dirigidas a “hambrear al pueblo”, negándoles una educación de calidad, al tiempo que permiten que la miseria y la necesidad de sobrevivir ocupe en las mentes de los hombres y mujeres del pueblo llano, el lugar de la capacidad de razonar; de modo que a la hora de votar a un candidato a una posición política, se piense más en” que me puede dar para resolver” el tal candidato para resolver un problema mediato; que en “que puede aportar este para solucionar los graves problemas sociales que nos aquejan y estancan como pueblo”, Por ello en la pocilga política Dominicana, tiene más valor el dinero, sin importar su origen, que la “honorabilidad del candidato”, de modo que, los honorables y honestos, quedan relegados de la posibilidad de acceder a una posición política, ante la imposibilidad de competir en buena lid con un adinerado delincuente, un deportista millonario, pero analfabeta funcional y político o un combero popular cuyo único mérito consiste en calar en el gusto del pueblo con su música y su carisma, pero igualmente desprovisto de la calidad de “estadista”. Visto a vuelo de pájaro todo lo anterior, no nos deja sin embargo, sin la suficiente luz para entender el estado de “emergencia en que se encuentra la patria”, huérfana de genuinos liderazgos y carente de verdaderos estadistas compitiendo en la arena política, que sean capaces con su forma de hacer política, de empoderar al pueblo que de una vez y para siempre se haga el arquitecto de su propio destino. ¡El Tiempo es ahora! Galeno Labrador