El terremoto de 7 grados en la escala de Richter causó el pasado martes la destrucción de una buena parte de Haití, en donde su capital, Puerto Príncipe, quedó prácticamente arrasada con numerosos edificios en ruinas, como la sede de Naciones Unidas y el palacio presidencial, además de las infraestructuras y telecomunicaciones cortadas. La situación en Haití es caótica y ni el Gobierno, ni los organismos humanitarios o los medios de comunicación han podido cuantificar con exactitud las víctimas del sismo.
Sin embargo de acuerdo a las declaraciones ofrecidas por el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, se estima que unos tres millones de haitianos, un tercio de la población resultaron afectados por el terremoto que convirtió las calles capitalinas en un hervidero de miles de personas, que temen regresar a sus casas y otras que ya no tienen techo, y a la vez en un cementerio, según se pudo constatar.
Los habitantes de Puerto Príncipe, la capital de Haití, han estado centrados en la búsqueda de sobrevivientes, mientras la comunidad internacional se moviliza para ayudar a los cientos de miles de víctimas.
Hay cadáveres tendidos en el suelo por todas partes en la ciudad, otros son trasladados por grupos de personas y muchos más se encuentran debajo de los numerosos edificios derrumbados o dañados por los sismos
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