ARTÍCULO

Por: Lic. Héctor M. Ramírez Sosa

Para nadie es un secreto que el actual presidente de la Asociación Dominicana de Profesores (ADP), Lic. Eduardo Hidalgo Abreu, como dicen en el argot popular “se debe a su partido”. Este ganó, en las elecciones congresuales y municipales del 2010, la diputación que ostenta hasta el 2016, contando con el apoyo del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y la “corriente danilista”, o sea, con lineamientos del actual presidente, licenciado Danilo Medina. Además, con el voto de numerosos maestros(as) capitalinos que le siguen desde el gremio magisterial.

Hidalgo en su campaña, tras su aspiración a la presidencia de la ADP, la cual alcanzó en octubre del 2012, ofreció como prioridad luchar por un aumento salarial sustancioso, de modo que dignifique al magisterio nacional. Además, en varias ocasiones, reiteró que el presidente Medina iba a cumplir con la partida del 4% para la cartera educativa y así convertir a los educadores en los servidores públicos mejores pagados del Estado Dominicano.

Con la nueva propuesta pírrica de aumento salarial para la clase magisterial por parte del gobierno de Medina, el gremialista y diputado se encuentra en un dilema de dudas o esperanzas dentro del conglomerado de maestros(as), o mejor dicho, entre la espada y la pared. Si Eduardo no logra materializar lo prometido, lo que por muchos años se le ha negado a esta clase, su dignificación, que se traduce en el mejoramiento de sus condiciones de vida; éste, perderá la credibilidad y el respaldo que muchos(as) depositaron en él.

El gremio de los educadores ha venido siendo utilizado como un trampolín a cargos políticos relevantes. Es el mismo caso de Hidalgo, hoy diputado. Otro caso que se recuerda con lamento, es el del pasado Ministro de Educación, Lic. Melanio Paredes, quien fue un fogoso dirigente adepeista durante su presidencia al frente de la ADP. Pero, cuando estuvo al frente del Ministerio se olvidó de la clase que lo impulsó a ese sitial, se tragó la frase que dice “la clase no se suicida”. Fue un prepotente y abusivo, al extremo de ordenar descuentos en los sueldos de maestros(as) en procesos de luchas reivindicativas justas, así como, plantear con pobres argumentos, la negación a la aplicación del 4% para la educación.

La figura gremialista y política del presidente de la ADP está en una disyuntiva de ahora o nunca. Está en juego su potencial a aspiraciones futuras. Debe plantearse seriamente en la presente lucha reivindicativa. Sin falsos contratiempos ni sobornos. No debe, en ninguna circunstancia “rebotar” su responsabilidad de líder, planteando a los(as) maestros(as) una consulta o plebiscito ante una nueva propuesta salarial inaceptable de un 20%.

Es una nueva burla, aún más cuando ven como recientemente empleados y funcionarios de otras dependencias del Estado se aumentan sus salarios por encima del 100%, sin que el presidente de la republica diga nada. Da muestra esta acción sin equidad, que solo los congresistas, funcionarios, familiares y allegados políticos tienen derecho a un salario sustancioso, o mejor dicho, lujoso.

El señor Hidalgo, al parecer, no se ha dado cuenta que de 30 mil pesos a un 100% por tanda, reclamados en última instancia, son 17,945.26 pesos sin incentivos, los cuales no representan nada, en comparación con el sueldo de muchos(as) regidores(as), sin menosprecio.

Educar al pueblo y formar los profesionales, no tiene precio; pero aquí los políticos y teóricos se han encargado de desvalorizar la labor del maestro(a). Es cierto que falta calidad, pero no al extremo para quererlos crucificar. Lo que siempre ha faltado es inversión y capacitación para mayor calidad.

Vaya al Palacio y, en su cualidad de diputado y dirigente, dígale al presidente, en nombre de la clase profesional más pisoteada, que cumpla con su palabra de “hacer lo que nunca se ha hecho”, dignificar a maestro(a). Le reitero, es ahora o nunca, el momento de jugársela bien claro ya que muchas veces los(as) maestros han pasado por tontos, pero no pendejos.

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